“El que tiene buen corazón nunca es estúpido” (George Sand)

Haz un puño. Sí, venga, cierra el puño. ¿Sabes que ese es el tamaño de tu corazón si eres un niño? Si eres un adulto, tu corazón es similar al tamaño de dos puños.

Ahora coge una pelota de tenis y apriétala fuerte. De acuerdo, igual eres de esos que no tienen pelotas de tenis rodando por la casa, pero entonces imagínatelo. Imagínate que aprietas una pelota de tenis con una de tus manos. Cuesta, ¿eh? En este gesto estás usando aproximadamente la misma fuerza que utiliza tu corazón para bombear la sangre. Incluso cuando te tumbas a la bartola, los músculos del corazón trabajan ¡el doble de duro que alguien haciendo un sprint! Y tu corazón hace este movimiento aproximadamente unas 100.000 veces en un solo día; 35 millones de veces al año; más de 2.500 millones de veces a lo largo de tu vida. ¿Impresionado? Pues solo estamos empezando.

Búscate el pulso. Lo que sientes es la sangre poniéndose en movimiento y parándose a medida que avanza. Si eres un adulto, tu ritmo es de unas 72 pulsaciones por minuto, pero si aún eres niño, tu corazón va mucho más rápido, entre 90 y 120 pulsaciones por minuto. Si además eres mujer, tu corazón late unas seis veces más rápido que el de un hombre ya que el de ellos es un 25% más grande y puede bombear más sangre en un único latido. Y hablando de diferencias entre los sexos, el corazón de las chicas también es más ligero. El de ellas pesa unos 226 gramos y el de ellos casi 60 gramos más. El de todos empieza a latir a las cuatro semanas de gestación.

Como ya ha quedado claro, el corazón bombea sangre. Y la sangre circula por tres tipos de vasos sanguíneos: las arterias (encargadas de llevarla del corazón a os órganos), las venas (que transportan la sangre de los órganos a las extremidades y de vuelta al corazón) y los capilares (que conectan arterias y venas). Si cosiéramos todos los vasos sanguíneos podríamos dar la vuelta alrededor del mundo ¡más de dos veces! Ríete de Callejeros viajeros.

Aunque generalmente pensamos en la sangre como un líquido, en realidad es un tejido del que tenemos unos 5,6 litros circulando por nuestro cuerpo. Esto serían unas 22 latas de Coca-Cola dando vueltas por tu organismo hasta tres veces ¡por minuto! En un día, la sangre viaja un total de 19.000 kilómetros, el equivalente a ir de Barcelona a Nueva York unas tres veces diarias.

Tu corazón bombea sangre oxigenada a través de la aorta a 1,6 km por hora. Cuando la sangre llega a los capilares su velocidad ha bajado a… ¿listo? 109 cm. por hora. Además, con la energía diaria que genera tu corazón podrías conducir un camión durante unos 32 km. A lo largo de tu vida, esta velocidad te permitiría conducir hasta la Luna y volver. Y como el corazón tiene su propio impulso eléctrico, si tiene oxígeno suficiente puede seguir latiendo aunque esté separado del cuerpo. ¡Qué miedorrrr!

Pero todos estos datos son demasiado fríos. Pasemos a la poesía del corazón. ¿Quién no se ha puesto cursi alguna vez y ha recitado aquello tan bonito de: “Mi corazón late como una lata de tomate, mi corazón palpita como una patata frita”? Lo que oyes no es comida, aunque quizá tu estómago también te está intentando decir algo, lo que suena con cada latido son las cuatro válvulas del corazón al cerrarse.

Y hablando de latidos, ¿de dónde salió la idea del estetoscopio? Nació de un médico francés en el siglo XIX. Lo inventó René Laënnec porque no le parecía correcto tener que auscultar a sus pacientes con senos exuberantes pegando su oreja al pecho de las mismas.

Y, por último, ¿qué día de la semana crees que se producen más infartos? Te ayudamos, empieza por lu- y acaba por -nes. A los lunes les siguen el día de Navidad, el 26 de diciembre y el día de Año Nuevo, en este orden.

Y ahora que ya sabes algunas de las cosas increíbles que tu corazón hace por ti, con la mano en el ídem te decimos: ¡cuídalo, es el único que tienes! ¿Y qué mejor manera de hacer que tus pulsaciones bajen y tu cuerpo se relaje que montando este puzzle de 35 corazones y 500 piezas?

Como diría una mítica presentadora de televisión: ¡Hasta la próxima, corazones!