Hortelanos urbanos

Es primavera, el sol calienta más, los días se alargan y todo empieza a florecer…

Si quieres disfrutar de una vida más sana, contar con un pequeño espacio verde en casa o simplemente desconectar del estrés diario, cultivar tu propio huerto urbano puede ser el proyecto perfecto para todo ello.

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Para montarlo no es necesario disponer de un gran jardín o terraza; en la azotea del edificio o incluso en un pequeño balcón es posible empezar con esta bonita y sana afición que te permitirá conocer más sobre los alimentos y disfrutar de sabrosas verduras y hortalizas sin aditivos.

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Hay muchos aspectos a tener en cuenta a la hora de iniciarse en esta práctica:

1. Lo primero que hay que decidir es qué queremos plantar. Si quieres un consejo, empieza con las verduras más típicas: tomates, lechugas, cebollas, pimientos, coliflor… Son de las más fáciles de cultivar, pero hay que tener presente la profundidad a la que debe estar la semilla respecto a la superficie según el tipo de planta y sembrar y recolectar en las fechas más indicadas para cada una, si se quiere tener éxito. No dejes de revisar este práctico calendario de siembra.

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2. Lo siguiente es definir la cantidad. Si cultivamos para el consumo propio, no debemos plantar mucho a la vez porque puede superar nuestras expectativas de consumo. Es mejor escalonar la producción o planificar qué frutas y hortalizas son viables para hacer conservas.

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3. Otro aspecto clave es elegir dónde ubicaremos nuestro huerto. Ya sea en un balcón, una terraza o sencillamente un alféizar, el huerto debe estar en una zona que soporte el peso de los maceteros y el sustrato, y donde se pueda controlar con frecuencia y regar fácilmente. Además, hay que tener presente que las plantas necesitan la luz del sol para crecer y se calcula que en general son necesarias al menos 6 horas diarias de luz solar para su correcto desarrollo. En los casos en los que no dispongamos de tantas horas de luz directa, podemos adaptar nuestro huerto a frutas y verduras capaces de sobrevivir con menos sol, como fresas, acelgas, espinacas, lechugas, rábanos…

 

4. Una vez definido todo esto, lo más importante es la calidad del sustrato. No importa si cultivamos nuestras hortalizas en un antiguo bidón de pintura o en una hermosa jardinera, pero sí es esencial que el sustrato que pongamos en ellas sea de calidad. No basta con utilizar tierra, es imprescindible mezclarla con algún tipo de abono para que esta contenga todos los nutrientes necesarios. Algunas mezclas recomendadas para tu macetohuerto son:

60% fibra de coco + 40% humus de lombriz.
66% sustrato estándar + 33% estiércol de caballo.
50% de corteza compostada + 20% de turba rubia + 30% de estiércol de gallina con serrín compostado.

 

5. Por último, hay que elegir el método de siembra entre dos posibilidades: ¿semillas o plantel? La semilla es la forma más fácil y económica de conseguir plantas para el huerto y aunque es un método más lento, nos asegura que las plantas que nazcan estarán libres de plagas y enfermedades. Por el contrario, las plantas de plantel o ya germinadas son algo más caras, pero tienen la ventaja de que crecen rápidamente y en poco tiempo dispondremos de las ventajas de tener un huerto. Estas últimas son perfectas para gente que no tenga tanta paciencia o para quien esté empezando en el mundo de los macetohuertos.

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Sea cual sea tu elección, ¡seguro que pronto podrás disfrutar de la cosecha de tus propios cultivos!

 

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