LA LEYENDA DE LOS SAMURÁIS

La historia de los samuráis; —nobles, valientes, respetados y admirados guerreros japoneses— es antiquísima. Su existencia abarca desde el siglo X hasta la II Guerra Mundial, en la que ejercieron esfuerzos titánicos por defender a su país de las tropas invasoras pero, al resultar vencidos, muchos de ellos se practicaron el harakiri, una forma de suicidio brutal y realmente dolorosa. Uno de sus lemas es el honor y según los samuráis morir en el campo de batalla es el máximo honor que se puede alcanzar.

La palabra samurái significa “el que sirve o sirviente” en su origen. Al principio, se trataba de unos cuantos guerreros suicidas sin nada que perder que servían a los señores para los que trabajaban defendiendo sus tierras de enemigos e invasores. Pero poco a poco estos guerreros fueron tomando cada vez más importancia hasta que se convirtieron en una suerte de casta noble a la no se accedía tan fácilmente, y cuyo título era hereditario. Entonces, los samuráis comenzaron a formarse no solo en el arte de la guerra y las artes marciales, sino también en historia, literatura y caligrafía, convirtiéndose en guerreros cultos, de clase alta, con una personalidad equilibrada y no únicamente soldados violentos sin piedad.

En sus estudios era muy importante la filosofía. Quizá uno de los aspectos más importantes y que ha dotado a los samuráis de un aura mágica y misteriosa eran precisamente sus códigos filosóficos, que seguían a rajatabla. El samurái debía cumplir un código de honor denominado bushidō.  Su cumplimiento haría de él una persona respetable, justa y heroica. Asimismo, a partir del siglo VI, en el que el budismo hizo su incursión en Japón, los samuráis siguieron una vertiente del mismo conocido como zen, en el que el practicante trata de alcanzar la iluminación y la salvación a través de la meditación, que se lograba con mucha disciplina. Esta forma de meditación también les ayudaba a disponer de equilibrio y fortaleza mental en la batalla.

Además, su forma de luchar parecía casi una danza ritual. En esas confrontaciones, un elemento fundamental era la katana, que se decía que era “el alma del guerrero”. Eran espadas elaboradas a mano por maestros artesanos mediante complejos procesos para hacer que las hojas fuesen tan fuertes y resistentes como flexibles y afiladas. Todos los samuráis poseían una y normalmente se hacían de forma personalizada, de forma que ninguna era igual a otra, y cada katana poseía el sello de su creador. También era habitual el uso del arco y las flechas, portaban unas armaduras muy características y los caballos eran sus aliados en la lucha, ya que eran magníficos jinetes.

La historia de los samuráis ha abarcado diferentes etapas y eras, aunque llegan a su máximo apogeo en la Edad Media, en la que afloran diferentes clanes que querían hacerse con el poder feudal. Este periodo es una etepa llena de cruentas guerras civiles conocidas como las guerras Genpei. Destacaban los clanes de los Taira y los Minamoto, hasta que los últimos vencieron. En 1185 da comienzo la gran era samurái, los Minamoto inician la era Kamakura y los samuráis sirven al emperador o daimyo.

Otro de los grandes momentos de la historia del Japón y de los samuráis es la batalla de Sekigahara (1600). Para poner fin a las guerras civiles y crear una dinastía nueva de shogunes, el emperador se enfrentó a un ejército enorme venido del oeste. Tras esa batalla comenzaron más de 200 años de paz para Japón y las artes florecieron. Así, en 1650 el shogunato creó una ley mediante la que prohibían los duelos entre los samuráis, la práctica de las artes marciales y el uso de las katanas. Los samuráis entraron en un profundo declive, poco a poco se les fue desarmando y perdieron su identidad y su lugar en la sociedad, muchos trataron de adaptarse a las nuevas circunstancias y se transformaron en profesores, comerciantes, etc.

Se fueron integrando en la nueva sociedad, otros samuráis se convirtieron en ronin, caballeros sin señor, tratando así de preservar su identidad como guerreros pero sin responder a la obediencia de nadie. Sin embargo, en 1853, se retomó el poder de los samuráis, y poco a poco recuperaron su estatus militar, hasta participar en la II Guerra Mundial, en la que fueron finalmente derrotados para siempre.

 

La relación de los samuráis con las mujeres

No había mujeres samuráis, porque no estaba permitido al menos oficialmente, aunque cuentan algunas leyendas que había mujeres que conocían las artes de los samuráis y que eran magníficas guerreras. Para los samuráis, el honor estaba por encima del amor y los matrimonios solían llevarse a cabo para lograr más poder o por algún interés político o militar. Sin embargo, solían tener concubinas. Dicen que este es el inicio de las geishas. Cuenta también la leyenda que a las geishas se les vendaban los pies por cuestiones estéticas, aunque según algunas creencias, realmente lo hacían para limitar e impedir sus movimientos y evitar así el espionaje entre los diferentes clanes de samuráis. Es también aquí donde comienza a practicarse la ceremonia o ritual del té.

Los samuráis han servido de inspiración también para el cine, se dice que George Lucas se inspiró en ellos para crear a los caballeros Jedi y que sus espadas láser no son más que una interpretación galáctica de las katanas.

Son muchas las películas que se han dedicado al mundo de estos guerreros, como la mítica Los siete samuráis. Por ejemplo, sin ir más lejos, recientemente se ha estrenado La leyenda del samurái: 47 ronin con Keanu Reaves como protagonista, que cuenta las hazañas de una noble casta de guerreros japoneses.

 

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